Llegó el viernes y las despedidas que nadie quería. Hubo abrazos, besos y "hasta siempres", pero sobre todo un montón de sentimientos y lágrimas.
Como última actividad se pegaron unos folios en la espalda y cada uno iba escribiendo lo que quería a modo de despedida, recuerdo, ... La única regla: no se podía leer hasta una vez en el autobús de regreso a Holanda. Fue divertido.
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