Hoy el día ha empezado con una historia
conmovedora. La historia que nos contó Amir, un refugiado sirio de 23 años,
licenciado en farmacia, tuvo que huir de su país porque siendo hombre y con su
edad tendría que ir a la guerra y eso sin duda significaría la muerte. Viajó a
Turquía y de allí cogió una de esas lanchas que vemos en las noticias con otras
43 personas, la mayoría mujeres y niños, para llegar a una isla griega tras
unas 5 horas en el mar, sin saber nadar y tras pagar 1000 dólares. Después de
unos 20 días de viaje cruzando Europa, llegó a Aurich, Alemania, su destino
final de momento. Ha dejado a toda su familia en Siria: su padre, dentista, su
madre, profesora de arte, su hermana y su hermano. Este último, estudiante de
farmacia, no podrá ni siquiera intentar escapar.
Está recibiendo tratamiento de quimioterapia. Cuando alguien le preguntó si
había pasado miedo en su travesía en la lancha contestó con un rotundo NO. Era
mucho peor la muerte casi segura en su país y sobre todo tener que matar… Y a
la pregunta de cómo se sentía ahora su respuesta fue: “Me siento un ser humano”.
Gracias Amir por una gran lección sobre humanidad.
Impresionante escuchar de cerca estas historias. Las vemos en la TV y parece que todo está muy lejos de nosotros, q nonosatañe. Estoy emicionada q puedan sacar conclusiones directas sobre las decisipnes actuales de la UE y Turquía...
ResponderEliminarPor alguna razon no veo el comentario que hice ayer. Comentaba que me parece una gran oportunidad que nuestros chavales escuchen testimonios reales actuales de forma directa. Aquí nos parecen lejanos y no tenemos claro hasta que punto erramos. Podría ocurrirnos a cualquiera. La estupida improbabilidad de nacer en el sitio inadecuado en el momento inadecuado
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